18 de marzo de 2007

Sobre dudas existenciales o "Yo qué demonios sé"


¿Qué es la realidad? ¿podemos transformarla a través de nuestra mente? ¿cuál es el sentido de nuestra existencia? La película documental ¿Y tú que sabes? (What the bleep do we know?) intenta dar respuesta a cuestiones como estas a partir de lo que podría concebirse como una iniciación a la física cuántica. La protagonista, desencantada por su propia percepción vital, se adentra en un universo de teorías aportadas por científicos, filósofos, físicos y teólogos, que le muestran una nueva forma de entender el mundo. El film ha sido objeto de numerosas críticas por parte de quienes han considerado que la carga espiritual que posee obedece a pretensiones de carácter sectario, pero desde mi punto de vista, lo más importante es que plantea ideas. Si apartas un poco de tu campo de mira el eterno debate entre la Filosofía y la Física para ver el documental, creo que es un trabajo creativo y que logra despertar el sentido crítico del espectador hacia todo aquello que le rodea.


Dirección: William Arntz, Betsy Chasse, Mattheu Hoffman
País: USA
Año: 2004
Reparto: Marlee Matlin, Barry Newman, Elaine Hendrix, Armin Shimerman


*Recomendadísimo para los que participan en las tertulias de metafísica del parque del trébol, jejeje...



9 de marzo de 2007

Anime...go!


Paprika
es la obra más reciente de Sathosi Kon, un maestro en el género de la animación japonesa, avalado por títulos como Perfect blue, Milleniun Actress y Tokyo Godfathers, y más conocido en España por la serie Paranoia Agent, emitida el pasado año en cuatro. Pese a que la película arrancó el pasado enero en las salas niponas y su estreno en Estados Unidos está previsto para el 25 de mayo, algunos privilegiados pudieron verla en el Festival de Sitges 2006. Las críticas y comentarios que su visionado ha suscitado en los cibernautas, resultan del todo favorables, según se desprende de numerosos foros. Kon, denominado el David Lynch del anime por el fondo psicológico de sus tramas, aborda ahora la temática de los sueños, atractiva por sí sola. La película está basada en la novela homónima del escritor Yasutaka Tsutsui, una obra de ciencia ficción muy conocida en Japón. Según he averiguado, el argumento lo constituye la historia de una psicoterapéuta de nombre Atsuko Chiba, quien es capaz de introducirse en la mente de sus pacientes sirviéndose de un revolucionario mecanismo. El relato toma forma cuando unos delincuentes se hacen con dicho mecanismo y la protagonista tendrá que introducirse en el mundo onírico para arreglar la situación.

Particularmente, estoy deseando saborearla. La frontera entre la realidad y los sueños es un tema tan tratado como fascinante y confío en que la música, como en otras ocasiones, estará a la altura de las cirscunstancias.




Por otra parte, si todavía no habéis visto Paranoia Agent, os aconsejo que lo hagáis. Es una serie de 13 capítulos centrados en los problemas que asolan a la sociedad japonesa. El nexo entre los distintas historias se encuentra en la figura del ''chico del bate'', un adolescente que patina por las noches, provisto de un bate de oro, con el que golpea a las victimas para ''liberarlas'' de aquello que las perturba. Temas como la competitividad escolar, las condiciones laborales de los animadores japoneses y los suicidios, conforman todo una crítica social.

Dos enlaces de Paprika para ir abriendo boca :)


2 de marzo de 2007

Historias de transporte público

Mientras esperaba el autobús, casualmente, contemplé otra escena, otra de esas situaciones que lamentablemente perduran en esta contradictoria realidad social.

Varias personas aguardábamos en la parada. Otras, se incorporaban en cuestión de minutos. Entre ellas, un obrero de origen africano, con la atención centrada en la conversación que mantenía a través de su móvil. En pocos segundos, el 35 llegó, y todos nos dispusimos a subir. Lo que hasta entonces seguía un transcurso convencional, se vio alterado por los gritos de un señor (por llamarlo de algún modo) de unos 60 años, que también subía en ese autobús. A pesar de que los que antes esperábamos, no formábamos fila ni guardábamos un orden concreto, y pese a que el obrero extranjero se incorporó, cuando, aproximádamente la mitad del grupo hubo subido al autobús, el individuo en cuestión comenzó a gritar. Acusó al africano de haberse “colado” en la fila, y le dedicó una par de frases cargadas de ira de naturaleza racista, tales como “esto sí que lo aprendéis bien”. El africano, por su parte, respondió con un “déjeme y cállese”, de pronunciación imprecisa.


¿La reacción colectiva? Un silencio impasible, sólo fragmentado por mi petición al señor de que no dijera estupideces, y por la estelar intervención de la señora de delante, que se giró hacia el extranjero y le advirtió que no mirase “así”, ya que el señor que gritaba tenía la razón.

Sobra decir que somos muchos (españoles) los que alguna que otra vez nos hemos “colado” en la parada del bus, y nadie nos increpa con tal rabia, porque en este caso el extranjero no se coló.

Las acciones de esta índole me crean un malestar que no acierto a describir, quizá, como aquel señor, yo también siento rabia, pero, a diferencia de él, elijo plasmarla aquí, y no en unos miserables gritos violentos.